viernes, 25 de abril de 2014
sábado, 19 de abril de 2014
jueves, 17 de abril de 2014
sábado, 12 de abril de 2014
miércoles, 9 de abril de 2014
Mi primera impresión de Santiago de Chile
by mamina.
Fiel a mis estructuras la idea era escribir este post al cumplirse un mes de nuestro arribo a Santiago. El mes se cumplió, sin embargo, el pasado 18 de marzo, pero la síntesis no estaba lista para ser volcada. Quizás porque el mes realmente comenzó a correr cuando nos instalamos en el departamento que será nuestro hogar durante este año 2014. Y hoy se cumple –de casualidad- un mes desde que estamos aquí, en el hogar de Ñuñoa.
Fiel a mis estructuras la idea era escribir este post al cumplirse un mes de nuestro arribo a Santiago. El mes se cumplió, sin embargo, el pasado 18 de marzo, pero la síntesis no estaba lista para ser volcada. Quizás porque el mes realmente comenzó a correr cuando nos instalamos en el departamento que será nuestro hogar durante este año 2014. Y hoy se cumple –de casualidad- un mes desde que estamos aquí, en el hogar de Ñuñoa.
Debo confesar que nos vinimos a
Santiago con más entusiasmo por dejar Argentina (que ya nos estaba maltratando
bastante con su inflación, incertidumbre, y malos tratos) que por el destino al
cual nos dirigíamos. Haciéndola simple, digamos que Santiago terminó
reemplazando a Montréal porque el profesor Pierre Ostiguy (con quien buscaba
estudiar) ya no estaba ni en su ciudad natal ni en Berkeley (donde hizo su PhD),
sino en la Universidad Católica de Chile. Y resultó además que esta universidad
ofrecía excelente claustro de profesores, buen financiamiento para estudiar, y Chile
le permitía a Raul trabajar (lo cual no era una posibilidad en USA o Europa) y tenía
mucho mejor clima que Canadá (pese a los sismos) y está al lado de Argentina (clave
para los nietos).
Muchos nos decían que era una
ciudad muy linda, otros menos que no tenía punto de comparación con Buenos
Aires, que era un retroceso venirse para acá… y nosotros que nunca habíamos estado
(Raul sí pero no se acordaba mucho) no teníamos una idea formada. Pocas
expectativas en la ciudad, muchas en la posibilidad de hacer un profundo cambio,
en darnos la posibilidad de probar algo distinto. Al menos para mí, era la
necesidad de tomarme un tiempo de Argentina. Alejarme para volver a enamorarme...
Y llegamos a Santiago. Estuvimos
las primeras semanas en un apart en Providencia. Lo mejor de todo: el clima.
Seco, caluroso por la tarde (era pleno febrero) y fresco por la noche.
Bellísimo! Nunca llueve (de hecho todavía nunca llovió) pero todo está súper
verde. También nos encantaron las plazas. En Providencia y Ñuñoa, al menos, hay
muchísimas, llenas de niños y personas disfrutándolas (hemos visto muchos
cumpleaños en las plazas!!) También se destacan las veredas limpias, sin caca
de perros. Muy prolijo, cuidado y utilizado el espacio público. Dedo para
arriba.
También es muy bella la vista a
la cordillera. No siempre se ve con nitidez, pero la montaña no deja de ser
imponente. Nuestro depto. es una vitrina al cordón andino y los amaneceres y
atardeceres son muy bellos.
La calidad de vida en Ñuñoa, al
menos, es muy buena. Digamos que la gente de aquí tiene un espíritu mucho más
relajado de lo que se percibe más al norte, donde está la city financiera y la
alta sociedad chilena. El tránsito no es ni un 20% el de cualquier avenida
porteña. Y predominan los artistas, bohemios y familias con niños que necesitan
de la tranquilidad del barrio y las plazas.
Nosotros en cuanto argentinos
hemos sido siempre muy bien tratados y la gente es muy respetuosa y simpática.
El jardín de los chicos es bárbaro y las familias que lo componen parecieran
ser muy piolas también. Hemos compartido varias actividades ya y siempre hay
muy buena onda y apertura.
Sin embargo, la realidad siempre
tiene su lado áspero también. En esta primera impresión, creo que Santiago es
una cuidad carísima para vivir. El pasaje de transporte público cuesta $12!! Muchos
(nosotros incluidos) andan con las bicis, pero es obvio que no siempre es una
posibilidad (ni hablar para los trabajadores que viven a miles de kilómetros).
El precio de la comida y la ropa
es quizás lo único que encuentro razonable. Alquiler, servicios (fortuna el
agua!!!!), jardines, salud, peluquería, etc, cuesta el doble que en Argentina…
El precio de los libros!!! Arrancan en los $300. Y además el chileno trabaja
muuucho. En serio. La semana laboral tiene 45 hs (como ser de 8.30 a 18.30 hs,
o más). Los niños son criados en las clases media y alta por “nanas” que
trabajan tanto como sus patrones. Y francamente con lo que gana el 80% de la
población, no entiendo cómo hacen para vivir. No me dan los números. Chilenos
amigos me explican que la ecuación cierra con el crédito. Dicen que la
población vive endeudada. Para ellos es normal pedir préstamo para que sus
hijos estudien, por ejemplo.
Complejo el panorama. Mi
sensación es que acá se vive el capitalismo con la estructura social de un país
latinoamericano. Y la verdad que no se si alguna vez este nivel de capitalismo
lo vimos en Argentina, pero sin duda no es lo que históricamente ha predominado…
Y un poco digamos que se añora el país de los subsidios…
Pero todo esto es sólo una
primera impresión. Seguramente los colores irán tomando matices con el tiempo y
esperemos que el resultado sea favorable. De cualquier modo nosotros, como
familia, estamos felices con esta aventura. Y tenemos mucha confianza que va a
ser una experiencia súper enriquecedora!
Parafraseando a Francisco, Recen por nosotros. Nosotros lo hacemos por ustedes.
Con cariño los saludamos desde el
otro lado de la cordillera.
lunes, 7 de abril de 2014
viernes, 4 de abril de 2014
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